Voy a contarte un hecho, uno más de tantos, que le sucedió a una joven madre torrelaveguense el 20 de diciembre de 2010. Me lo relata así:
“Estando trabajando, mi hija de dos años se empezó a encontrar mal, temblaba en exceso y tenía una temperatura bastante alta. La llevé a su pediatra, y tras examinarla, me dijo que debía acercarme a la Residencia de Cantabria para que la examinaran más detenidamente.
Estaba en Torrelavega y eran pasadas las diez de la mañana. Cogí a la niña y salí dispuesta a realizar el eterno trayecto que suponen 25 minutos en coche, sobre todo cuando el tiempo apremia.
Ya en el coche, el único apoyo que tenía mi hija, era mi voz y mi cara reflejada en el retrovisor. A través del cual, veo como su carita se va volviendo cada vez más pálida, desmejorada por unas ojeras y unos labios morados, propios de una película de terror, y por si esto fuera poco, comenzó a convulsionar y finalmente... vomitó.
Cuando por fin consigo llegar a la Residencia y visualizar URGENCIAS, me dirijo con el vehículo hacia ese lugar, dejo el coche en la puerta, y entro con la niña en brazos.
Nada más entrar me preguntan por los síntomas de la niña, su nombre y edad. En ese intervalo de tiempo se me acercó un señor y me espetó: “No puede dejar el vehículo en el lugar donde lo ha aparcado, ese sitio está reservado para las urgencias de las ambulancias”.
Descolocada aún y con la niña temblando en los brazos, intento explicarle que estaba sola y que mi hija no está bien, necesito que la miren con urgencia. Con una mirada de indiferencia, recibo la típica respuesta en estos casos de que los aparcamientos de urgencias son sólo para las ambulancias. Que todo muy bien, pero que tengo que retirar el vehículo de allí.
Extiendo la mano y le ofrezco las llaves de mi vehículo, con la esperanza de que me dejara llevar la niña a que la viera la enfermera. Pero este señor, no lo consideró dentro de sus obligaciones y me contestó: "Yo no estoy aquí para eso".
Por una décima de segundo me pregunté cual sería su cometido aparte del “no facilitar” a los enfermos que les atiendan de urgencias cuando vienen con ellas, ¿o será la de echarse un pitillo a la menor oportunidad, como le vi al final cuando nos íbamos?
Perdida y un poco desesperada, aparté la mirada buscando una solución, y la encontré en la chica amable que me había pedido los datos a mi llegada. Me dijo: "Primero que vean a tu hija, y después aparcas el coche". Y así lo hice, me fui con la enfermera y me dijo que desnudara a mi hija al comprobar que tenía muchísima fiebre y me asignó inmediatamente un box.
Pero si pensaba que ya podría por fin saber qué es lo que le sucedía a mi hija, me di cuenta de lo inocente que seguía siendo, pues volvió el mismo individuo, para decirme que no podía entrar al box sin antes haber movido el coche.
Así que me tuve que salir a la calle con seis grados en el ambiente y con la niña en camiseta en mis brazos. Tuve que sentarla en su silla y atarla, con la pérdida de tiempo que eso supone. Ni que decir tiene, que no encontré ningún sitio, así que ya sin ningún tipo de contemplaciones, retiré un cono que acotaba un espacio reservado a "cuidados paliativos" y allí lo dejé.
Cogí a la niña ya decidida a que nada ni nadie me entretuviera y me dirigí al box que me habían asignado. A partir de ese momento -también hay que decirlo- todo fue fantástico. Le hicieron pruebas y la examinaron, hasta obtener un diagnóstico final: Neumonía.
A las tres horas, salíamos las dos por el pasillo hacia la puerta, y nos volvimos a topar con ese señor. Al verle, tuve que buscar como contrapunto la cara de la chica que en el momento oportuno me hizo un guiño de complicidad al decirme..."primero tu hija y luego el coche", y agradecérselo con un "muchísimas gracias", cosa que nunca podría decir a este otro individuo que me insistió tanto y que me increpó hasta que no tuve más remedio que salir con mi hija semidesnuda y enferma a buscar un aparcamiento adecuado.
Reflexiones en voz alta:
Como esta madre con su hija en ese estado hay al cabo del mes unas cuantas madres y padres que tienen que sufrir este tipo de contratiempos. Primero ir a coger el coche, sentar y poner el cinturón de seguridad de la silla a su hijita o hijito. Pero previamente, que no se nos olvide, tener que salir “escopetado” de tu trabajo. Luego acercarte hasta Santander, a la Residencia Cantabria. También es de comentar que depende por dónde te acerques a la Residencia te puedes encontrar obras de calle, por ejemplo las del túnel de Valdecilla. Con los nervios y las ganas de llegar, no te equivoques y pierdas un tiempo muy valioso para la salud de tu hija o hijo. Y ya para colmo, o para rizar el rizo,...que no encuentres un aparcamiento óptimo, para acercarte rápidamente al servicio de urgencias. Ya sabes que te puedes encontrar con un señor –el “coco” por llamarle de alguna forma- que te va a increpar y a perseguir hasta que no retires el vehículo de la entrada de urgencias y lo dejes bien estacionado. Lo que viene a continuación es de agradecer por el trato que se recibe en la Residencia Cantabria.
Pero esto no ocurriría si:
* ...el Sr. Presidente de Cantabria o el Sr. Consejero de Sanidad o al que le corresponda, pusiera los medios adecuados para que en el Hospital Sierrallana de Torrelavega se abriera, por fin, el departamento de pediatría y por supuesto el de partos.
* ...el Gobierno en sí gobernase con criterio y se preocupase de solucionar este tipo de situaciones que son bastante habituales en nuestra comarca y en los municipios limítrofes.
* ...en vez de gastar millones de euros en hacer las aceras más grandes de Europa, para que paseen los más de cinco millones de parados españoles, los gastasen en este tipo de proyectos.
Quiero por ello alzar la voz por todo esto, para que los vecinos de la comarca de Torrelavega, los vecinos de Torrelavega en sí – que sigue siendo la segunda ciudad de Cantabria y no una ciudad de segunda que es lo que este gobierno quiere conseguir- y los vecinos de los municipios limítrofes reciban un mejor servicio sanitario y hospitalario para todos sus pequeños. Y así también seguir reivindicando la puesta en funcionamiento de los departamentos de pediatría y de partos en el Hospital Sierrallana de Torrelavega.
Muchas gracias.
Y por supuesto, ya sabes que esto tiene que cambiar, ...y lo vamos a cambiar entre todos.
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